martes, 25 de marzo de 2014

Lingán, narrador de combate y de lirismos / Alfredo Pita


Abraham Prudencio, Walter Lingan y Alfredo Pita (Foto: Jorge Tafur).
He leído El espanto enmudeció los sueños, novela de Walter Lingán, cajamarquino nacido en San Miguel de Pallaques, con un sentimiento de descubrimiento y de placer que en un primer momento no supe bien identificar de donde surgía. El contexto de la obra, el marco de la historia, eran atractivos. Los últimos treinta años de la historia del Perú sobrevolados con rapidez vertiginosa y observados con ojos de ave acuciosa, son una cantera fascinante, un buen material para sustentar no sólo este libro sino los muchos que se han escrito y escribirán aún sobre el periodo. ¿Qué me daba de nuevo la novela de mi paisano? Progresando en mi lectura he procurado anotar las impresiones que me ha causado en tanto que lector y colega.
Un lenguaje llano, excesivamente llano en un mundo en el que la tendencia de los escritores es hacer alarde de las maromas técnicas de las que son capaces, era en sí sorprendente, pero no bastaba para justificar lo que me atraía y gustaba de la forma de contar de Lingán. Había otra cosa. La llaneza escondía una cierta complejidad, ya que una serie de elementos casi invisibles, pero incorporados con discreta habilidad, como el habla popular, los datos históricos, la interpretación sociológica, la percepción ideológica, estaban presentes, trenzados con habilidad para terminar siendo crónica, retrato colectivo y tumultuoso de un tiempo del que hemos participado muchos y que vemos restituido de modo creativo.
Este lenguaje no se limita al juego referencial y chato de lo visto y vivido sino que nos llega envuelto en una emoción y en cierto lirismo que no sólo evidencia la música de la prosa sino que viene con la permanente referencia a la música y a un sentimiento raigal. Al llegar a este punto me di cuenta la enorme presencia que tiene en el relato del narrador su deuda con los poetas. Y allí se me hizo la luz. Pero claro, Lingán, pertenece a una familia de la lírica peruana y, consciente o inconscientemente, lo ha querido evidenciar con este libro. Su novela está en diálogo con los poetas de combate que el Perú prohija, y su más cercano interlocutor es sin duda, Cesáreo Martínez, el entrañable Chacho.
Tenemos entonces una novela que se pretende crónica ficcional, que informa al lector, y tal vez al autor mismo, de cómo fueron las cosas que nos han llevado al presente, de todo lo que hay que asumir y tatuar la memoria, para mejor encarar lo que se viene, pero que además es un canto en el que late la solidaridad y la rebeldía para dar fuerzas.
En el relato, poblado sobre de la voz del narrador, desfilan algunos personajes, no muy corpóreos pero sí intensos, como el padre fugaz, la madre enferma pero con una sobrehumana fuerza, la amada, los amigos, y hasta los tiranos que nos han podrido la vida a los peruanos, para componer todos el coro con el que el cronista teje su historia. Un libro cargado de apreciaciones políticas e ideológicas, que por ello mismo roza siempre el precipicio de lo enfático, de lo reductor, pero que finalmente siempre sale de la trampa porque nos instala en ese sentimiento genuino que sólo dan los relatos verdaderos: sí, así fueron las cosas, o, al menos, así es como las veíamos.
El narrador ha encontrado en lo coloquial las fórmulas precisas que lo hacen convincente, que la única virtud que se le debe exigir a un contador de historias. Los escritores cajamarquinos, que no estamos ajochados por los fosos culturales que crean la multiculturalidad en otros lugares del Perú, también tenemos nuestros propios problemas expresivos para aprehender la realidad.
Walter Lingán hace apenas de alguna concesión y en general se esfuerza por darnos su versión con una prosa tersa y eficaz y convincente, que el lector al final agradece. He leído el libro de Walter LIngán con un sentimiento de descubrimiento que he querido compartir con ustedes. Es difícil que un escritor coterráneo y contemporáneo lo sorprenda a alguien que lleva ya años en la batalla como yo. Walter no sólo ha hecho esto sino que me ha mostrado que el camino de la creatividad en nuestras tierras no sólo está lleno de promesas sino que estas promesas son cumplidas.
Gracias.

(Texto leído en la presentación del libro y del autor en París, febrero del 2013)

El erotismo de un zepelín / Ángel Luis Sucasas

La autora sueca Karin Tidbeck firma en 'Jagannath' una antología de relatos de prosa quirúrgica e imaginación sin límites


Un hombre enamorado, en cuerpo y alma, de un zepelín. Tres escuálidas niñas que alimentan a sus tres orondas tías con las entrañas de sus ancestros. O la magia de descubrir a Madre, un ser que contiene en su interior un pequeño mundo de hombres y mujeres cuyos países son Hígado, Vesícula, Estómago o Cabeza. El universo de Karin Tidbeck (Estocolmo, 1977) es una oda al surrealismo, a la perversidad y a una idea central que obsesiona a la autora: "¿qué es la realidad y cómo puede cambiarse?". Jagannath (Nevsky, 2014), una antología de 13 relatos finalista de los World Fantasy Convention (los Óscar de la literatura fantástica), es su puesta de largo en las estanterías españolas.

Los comienzos en los relatos de Tidbeck son un aterrizaje forzoso en un mundo bajo otras reglas. Beatrice, el primer relato, que puedes leer en este enlace, comienza así: "El doctor Franz Hiller se enamoró de un dirigible". Poco después, la autora salta al vacío con una descripción erótica, suntuosa, del zepelín: "Tenía el cuerpo ovalado y orondo, la piel, de un brillo apagado, bien tensada alrededor de un esqueleto de acero suavemente redondeado [...]. Beatrice era perfecta [...]. Franz sentía que ella le dedicaba toda su atención, notaba el ardor de su mirada sin ojos.". Sin metáforas, sin metaliteratura, sin excesos retóricos. Prosa de cirujana para describir no una fantasía, sino otra realidad: "Solo puedo explicarlo de una forma visceral. Para mí, es la forma en la que se expresa el fantástico. Digámoslo así: Estoy más interesada por escribir historias dentro de lo extraño".

Portada para la edición española de 'Jagannath' (2014, Nevsky), de Karin Tidbeck.

La literatura extraña —término acuñado por el autor gótico Sheridan Le Fanu y llevado a su finura teórica por H.P. Lovecraft en su célebre ensayo El horror en la literatura (Alianza Editorial, 1927)— está viviendo un momento dorado en Europa. Y con autoras como principales protagonistas. Desde Rusia, Anna Starobinets con su antología Una edad difícil (Nevsky, 2012); en Italia, Lorena Ghinelli con El devorador (Suma de letras, 2012); en España, cuentos como Céfiro de Sofía Rhei, incluido en la revista Presencia humana (Aristas Martínez, 2013); y desde Suecia Tidbeck, que ha sublimado este estilo que desdibuja la frontera marcada por el filósofo Tzvetan Todorov entre lo maravilloso, lo realista y lo fantástico para forjar ese new order que la obsesiona: "Prefiero estar dentro de la dimensión alienígena, describiendo de la forma más precisa, concreta y transparente sus reglas, que estar fuera y narrar ese encuentro, desde un punto de vista externo, con lo maravilloso y lo fantástico". Una idea que lleva al extremo en un relato de esta colección, Pyret, en el que Tidbeck inventa a una supuesta criatura del folclore nórdico y la acompaña de un exhaustivo recorrido bibliográfico por obras reales a las que añade citas ficticias.

Me interesa escribir historias desde 'dentro' de lo extraño"
Jagannath sube el último peldaño en la escalera creativa con un relato del mismo título que la antología, el más extremo y el más asombroso en una colección prolija en lo insólito. No fue escrito de manera convencional, sino que aprovechó la tortura literaria a la que se someten los escritores que participan en el Clarion Writers' Wordkshop, uno de los más prestigiosos talleres literarios a nivel mundial de género fantástico y cantera de autores como George R.R. Martin u Octavia Butler: "Son seis semanas, a relato por semana. Tienes 17 compañeros que te criticarán sin piedad. Después de unos cuantos días, la gente se volvía un poco loca. La gente se hacía pedazos poco a poco porque escribir historias a semejante ritmo te deja tocado el cerebro. Cada vez escribíamos cosas más y más raras. A la quinta semana, se hacen historias que uno no sabía que era capaz de hacer. Y a la sexta semana, estabámos más allá. Jagannath es de la sexta".

Pero todo este esfuerzo persigue ambiciones que van mucho más allá de lo literario para Karin Tidbeck, un plan que la escritora enuncia más en serio que en broma: "Mi plan secreto es cambiar la realidad. Y como la realidad se construye con un consenso, si cambiamos este, podemos cambiar la realidad. Sueño con ese día en el que uno de mis lectores caminen por la calle y de pronto se cruce con un ciempiés gigante. ¿No sería maravilloso?".

 http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/07/actualidad/1391782407_456668.html

Lima, capital de la literatura / Jacqueline Fowks

 El escritor y premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, inauguró la tarde del lunes las actividades por la primera edición del Premio Bienal de Novela que lleva su nombre, y enfocó su pensamiento en la educación, argumentando que la enseñanza de habilidades prácticas no debe ir en detrimento de las humanidades. “La educación ha pasado a ser una preocupación central de nuestro tiempo, pero no piensen que sacrificando las actividades aparentemente imprácticas como las humanidades se puede conseguir más rápidamente el progreso. Se puede conseguir un mundo de especialistas de técnicos, de autómatas manipulables, un mundo que puede ser fácilmente enajenado por los poderes de este mundo, algo que es mucho más difícil de conseguir de una sociedad impregnada de esa supuesta irrealidad que es el mundo paralelo de la literatura”, dijo en el Museo de Arte Contemporáneo en la zona sur de Lima.

“Tenemos que impregnar nuestras sociedades de literatura, soy un convencido de que la literatura es un ingrediente fundamental de un ciudadano de una sociedad moderna”, añadió. El novelista peruano comentó que era la primera vez que se encontraba en Lima, con amigos y colegas escritores a quienes suele ver en otros países. “Son tantos que creo que por unos días Lima es la capital de la literatura”, sugirió.
El Bienal de Novela y el programa de mesas redondas en torno al concurso han sido una iniciativa del grupo empresarial peruano Hoschild, la Cátedra Vargas Llosa y Acción Cultural Española, entre varias otras instituciones. Vargas Llosa sostuvo que “la literatura no es estéril. Puede parecer una actividad puramente placentera, una especie de anestesia del espíritu que se aparta del mundo de lo real, pero esa operación tiene consecuencias enormes y valiosas en la vida real, sobre todo para las sociedades que no quieren quedarse estancadas y caer en el conformismo, y mantenerse vivas, críticas, renovadoras, creativas”.
En un tono similar, el secretario de Estado español de Cultura, José María Lasalle argumentó sobre el valor de la literatura.

“Quizá (la literatura) nos permita combatir esa otra barbarie silenciosa que está probablemente en manos de la cosmovisión que convierte a los seres humanos en artefactos, pasando tantas horas en el ordenador, sumergidos en una pantalla, incapaces de comprender la propia realidad, porque necesitamos surfearla, sin entrar nunca en el meollo de la propia cotidianidad que está a nuestras espaldas”, opinó Lassalle.
“Eso es lo que de alguna manera nos está minando en nuestra propia dignidad humana y, sobre todo, en nuestra propia pulsión de seres sensibles y que es lo que precisamente nos hace todos los días posible la literatura. Los libros que nos dan la libertad para ser críticos y para ser humanos. Necesitamos una revolución de lo sensible y la literatura puede protagonizarla”, añadió el secretario de Estado.
“Me preocupa la desertificación cultural que erradica los santuarios y los reductos humanísticos que todavía subyacen bajo la fisonomía humana y que favorecen la mutación que está en el rostro de una barbarie que sustituye la reflexión, que niega la autoridad epistémica del conocimiento, que hace transversal lo que exige jerarquía de valores, jerarquía intelectual; que extingue la identidad sensible. Creo que eso debe preocuparle a la literatura”, sugirió.

Lassalle también dedicó un momento al recientemente fallecido Adolfo Suárez. “Hemos sentido la pérdida de un político que fue un escritor de un relato político -la transición-. Me gustaría mencionarlo porque desde la política tuvo la audacia de tender la mano a la empatía de quien no piensa como él, pero quiere aprender de las razones del otro, para juntos todos escribir juntos el relato de un destino colectivo en común y en paz”.
En el acto inaugural del Bienal de Novela, el narrador peruano Alonso Cueto fue el animador de un diálogo con dos de los tres escritores finalistas, el español Juan Bonilla y el colombiano Juan Gabriel Vásquez, autores de Prohibido entrar sin pantalones y Las reputaciones, respectivamente. Vásquez relató que en sus novelas plantea un tema que le preocupa: “La exploración del pasado que no es tan fijo, es móvil. Crecemos y nos educan con la idea de que el pasado está escrito en piedra, y luego nos damos cuenta de puede modificarse. Encontramos una foto, una carta y todo sobre lo que hemos construido lo que somos empieza a cambiar, sufre un remezón”.

Luego Bonilla dibujó algunos rasgos de su relato finalista, basado en la vida del poeta ruso Vladímir Maiakovski. “Los del futurismo ruso creían que la poesía está en todas partes. Él empezó como uno de esos autores extraños del siglo XX: de la nada adquirió verdadero poder porque fue un colaborador muy cercano de Lenin y Trotsky, pero luego de la muerte de Trotsky, Maiakovsky vuelve a la nada. Era un gran poeta cuando jugaba a la contra del poder: la poesía puede decir algo cuando está contra la autoridad competente, sino se vuelve propaganda”, agregó el narrador andaluz.

 http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/25/actualidad/1395715782_370073.html

jueves, 8 de agosto de 2013

Radiografía de un afrodisiaco peruano en Westphalen / Julia Wong


Foto: Julia Wong. 2013

Frau Lindenhoff me dice con la mirada sobre sus anteojos de carey, a lo gatubela… “Peruaner und arbeitet in einem Krankenhaus”? / ¿Peruano y trabaja en un hospital?. Mi acompañante, una peruana casada con un alemán y quien vive en Colonia, capital del estado de Nordrhein-Westphalen, hace 20 años, lo dice con mucho humor estomacal: Seguro que es un ex senderista de los que migraron en la época del terrorismo y se dedica a la Reinigung /limpieza o es Krankenpfleger / asistente de enfermeros.

Ni uno ni otro. Me había citado con Frau Lindenhoff una vieja profesora de Romanística, para contarle que me interesaba escribir sobre las motivaciones de los peruanos que habían vivido en Alemania y que habían tenido una experiencia lingüística y de integración importante en la sociedad alemana… Es decir, no valían los que no gustaban del alemán, los que se fueron sólo de tránsito buscando otras metas o los que se regresaron a Perú y no registraron la experiencia en la lengua alemana y con la cultura alemana como algo decisivo para su escritura.

Como mi acompañante peruana había migrado a Alemania en la época en que el senderismo fue la causa furiosa del éxodo de peruanos a Europa, pensaba que la política es la razón común para buscar otros cielos. Pero Walter Lingán como muchos otros peruanos que declaran abiertamente su filiación con valores universales, como la Paz, la justicia, y el bien común más allá de la nacionalidad y el lenguaje, han sido fácilmente catalogados de refugiados o disidentes políticos por sus extremas posiciones, nunca ha tenido ninguna simpatía por Sendero Luminoso y sus métodos. Me causó mucha gracia que justamente las dos personas que iba a visitar en Alemania en este viaje, tanto Walter como Andreas Heizmann, un ingeniero civil que trabajó (y aún apoya) construyendo pozos para extracción de agua en las comunidades de Montegrande y Chérrepe en el norte del Perú, también fuera tildado de senderista e incluso cabecilla de una fracción del grupo terrorista muy activa en la zona de Trujillo. Andreas ya me había enseñado el recorte del periódico donde se hablaba de falsas pruebas y lo tildaron de extremista guerrillero, llamándole Camarada José Andrés, (por su nombre Andreas en alemán) el periodista se había inventado una historia casi digna de un bestseller, lamentablemente sé que mucha gente en la zona de Chepén sigue creyendo que este alemán comprometido con el trabajo comunitario de gente totalmente olvidada por los gobiernos locales, sea considerado un cabecilla violento y calculador con ulteriores ideas de poder.

Volviendo a Walter Lingán, que es la razón de este miniensayo, me encuentro ante un personaje y un autor que a la vez provoca desde una complejidad creativa, un salto trigonométrico estimulado con una fuerza creativa que vincula mundos de una manera endodérmica. De su natal Cajamarca, pasó por Bagua y Lima antes de llegar al norte de Alemania. Quizás desde su posición de radiólogo en un hospital de Nordrhein-Westphalen, ha aprendido a analizar de manera intensa más allá de la superficie. Y Walter conociendo la perfección del cuerpo humano y sus entramados intravenosos, óseos y musculares formando todos en conjunto esta masa perfecta que habla, camina y sueña llamada hombre, sabe que el mundo globalizado que habitamos también es de alguna forma un ser vivo que trae en sí una interrelación de naturaleza, geografía y espíritus llevados hacia un intertexto general, que es la meta anhelada por cualquier novelista o artista que desea articular una propuesta estética de un escritor que se considere universal.

Frau Lindenhoff, me mira otra vez sobre sus anteojos y me pregunta, ”was ist eigentlich ein Cuy?”, le respondo: für euch ist ein nur ein Haustier, für uns ist das Meerschweinchen ein wichtiges Symbol, der eine tiefe Wertschätzung hat /para ustedes es un animal doméstico, para nosotros el conejillo de indias es un símbolo importante de profunda valoración.

Walter se considera un Cuy entre alemanes, título de su próximo libro y con ese humor medio andino, medio lindando con el cinismo descarnado de la herida que deja la pobreza de un País tan poco comprendido.
Walter tiene un humor consagrado, un humor afrodisiaco en esa combinación de imágenes, textos, fuentes culturales que enriquecen el conglomerado de su escritura, más allá del eje narrativo y lleva a una elevación lingüística de la apreciación de sí mismo que me impacta. Si, porque también he tenido la experiencia de vivir y sentir en otro idioma. Al pensar en alemán, soy otra persona, tengo otras capacidades y otras necesidades. Ese otro yo que aflora con la utilización de otro idioma para la expresión mayor del alma que se desjerarquiza el mundo como ha sido creado por lo establecido y en un caos perfecto utiliza todo lo que tiene a la mano y escribe casi formando la manzana prohibida que necesita ser mordida para llegar al éxtasis. La apropiación total del idioma alemán para traerlo a la experiencia de la migración y su articulación en un texto literario.

He disfrutado tanto Un Pez en el ojo de la noche, uno de los últimos libro de Walter editado por arteidea, gran parte de este goce debe ser que Alemania también tiene toda esa gama de matices y experiencias históricas, contradicciones degustativas que conforman gran parte de mi vida, pero quizás Walter ha resuelto con este libro, muchos problemas de la conjunción de los espectros, tanto literario, humano, lingüístico y estético que me costaba equilibrar en mi propio juego.

Termino con una bella cita del mismo Walter y otra que el mismo Walter toma y no me cabe duda que para elegirla ha tenido que pasar por esa íntima experiencia de haber sido arrebatado absolutamente por una lengua extranjera.
"Odio. Hass
Muerte. Tot.
Amor. Liebe
Dicen que el francés es el idioma del amor y el alemán es el idioma de los caballos. Puede ser, podría ser. Pero quisiera hacerles recordar que el piropo más grande en la lengua alemana lo hizo Ernest Hemingway. Y dijo asi. “El alemán es el idioma más maravilloso y al mismo tiempo el más exacto del mundo. Nada suena más cercano al amor, como amor, ni tan cercano a la muerte como muerte,
Liebe
Hass
Tot”…..

Tengo ganas de beber un daiquiri con Walter Lingán y agradecerle el compartir “un ojo de la noche“ conmigo, una tremenda experiencia afrodisiaca y llena de humor sobre la lectura de mundos como un paseo en tren desde el español, el arte, el alemán, la vida, la muerte y el amor.

Gracias Walter.

Koeln, verano del 2013.

martes, 11 de junio de 2013

Adhesión y homenaje a Oswaldo Reynoso / Danilo Sánchez Lihón



“Y si luego encontramos,
de buenas a primeras,
que vivimos”
César Vallejo

1. A la hora de los brindis

Cuando Oswaldo Reynoso presentó su libro “Los inocentes” en el bar Palermo el año 1961, en una mesa del fondo solo y apartado, combinando con el gris de las paredes opacas, salvo sus ojos insomnes y sobresaltados, permanecía hierático Martín Adán.
Oswaldo, fornido y rozagante fue e lo invitó al legendario poeta a acercarse para tener el honor de tenerlo sentado entre las sillas que formaban el ruedo.
Sin embargo, le manifestó que iba a estar atento a la ceremonia de presentación del libro, pero desde ahí; desde su mesa de siempre.
Y así fue. No se movió, envuelto en su gabán oscuro, lustroso a la luz del fluorescente y raído; ya sin botones por la intemperie y apenas sujeto por un imperdible.
La obra Los inocentes fue presentada por José María Arguedas.
Después de realizado el programa y a la hora de los brindis Oswaldo fue y le obsequió un libro dedicado al autor de Travesía de extramares, La rosa de la espinela y La mano desasida.

2. Quería decirle

Volvió a la semana y encontró a Martín Adán sentado en la misma mesa con los ojos abstraídos y en una especie de éxtasis, barbado y sucio, esta vez ya no delante de una botella de cerveza sino de un vaso y una botella de pisco transparente.
Trató de acercarse, pero observó que no miraba pese a que tenía los ojos abiertos.
Otro día estuvo sentado largo rato en una mesa frente a él, como para que lo viera. Y lo llamara para escucharle algún comentario acerca del libro presentado y que él le había ofrecido conmovido y reverente.
Pero nada sucedió. Martín Adán no mostraba que quisiera hablarle. Oswaldo de algún modo quería decirle que él aprendió a escribir a los doce años de edad leyendo La casa de cartón.
Ella es la obra juvenil de Martín Adán que escribió en su cuaderno de colegial, y que se publicó al año 1928 con prólogo de Luis Alberto Sánchez y colofón de José Carlos Mariátegui.

3. Todo y de una sola vez

Pero el maestro no lo llamaba y no quería reconocerle pese a que aparentemente lo veía.
Pasaron tres, cuatro semanas. Y siempre lo encontraba en la misma mesa.
Y con aquella actitud ausente, catatónica, rígida. Y casi inerte, pero con los ojos deslumbrados en vigilia o en ensueño.
¿Veía? ¿Sentía? ¿Era consciente? ¿O dormía con los ojos abiertos?
Ya un día pasó impaciente a su lado. Lo saludó y apenas Martín Adán respondió con un saludo gutural.
A la quinta semana Reynoso no pudo más. Se acercó a la mesa. Martín Adán lo miró fijamente. Y lo invitó a sentarse.
Pidió un vaso y lo llenó del pisco definitivo, terminal y contundente que él estaba bebiendo.
Cerró la botella y le hizo el gesto que lo tomara íntegro. ¡Todo y de una sola vez!

4. El veredicto de un oráculo

Pasaron los minutos en silencio. El licor hacía efecto en el cuerpo y en el alma de Reynoso.
Y entonces ya estuvo decidido. Y con él el coraje puesto para preguntarle:
– Martín Adán: ¿Ha leído mi libro que le obsequié?
– Sí, lo he leído.
– Quiero saber su opinión, maestro. Yo aprendí a escribir leyendo La casa de cartón.
Martín Adán se sirvió lentamente otro vaso de pisco, en la misma proporción que había servido a Oswaldo, y lo bebió de un solo trago. Pasaron otros tantos minutos:
– ¿Y qué le parece mi obra, maestro?
Oswaldo tenía el alma pendiente de un hilo.
Iba a escuchar el veredicto de un oráculo, de una montaña, de un océano.

5. Aprecio y amo

Martín Adán, luego de mirarlo larga y profundamente, le dijo
– Tu libro me ha dado miedo.
– ¿Miedo, maestro? ¿Miedo, usted?
– Miedo no de mí, sino de ti.
– ¿Miedo de mí, maestro? ¿Por qué?
– Porque vas a sufrir mucho.
Martín Adán se sirvió otro vaso y ya no quiso hablar más
– Y así ha sido. –Dice Oswaldo Reynoso–. Y reitera:
He sufrido horrores y sigo sufriendo. Pero amo mi país y yo no me voy de aquí. Aquí me quedo.
Aquí me quedo porque esta es mi patria. Y aquí estoy con mi gente.
Estoy con la gente que aprecio y amo.

6. Me encanta amanecer

Estoy con los pobres, con los honestos y derechos. Estoy con la gente que sufre y son buenos. Estoy con los honrados y quieren lo mejor para su país.
Jamás he claudicado en nada y he desechado todo tipo de acomodos y conveniencias.
Soy feliz bebiendo una cerveza con mis amigos.
Estoy con los jóvenes que me muestran su cariño y a quienes yo también quiero y respeto.
Y admiro a mis amigos.
Tres valores orientan mi vida: el cariño, la belleza y la ética.
Me siento contento rodeado de los escritores jóvenes y mucho más si son de provincia.
Quienes se acercan a consultarme acerca de sus obras, y con quienes me encanta amanecer conversando.

7. Al final de un camino

Así es Oswaldo Reynoso, el más grande narrador vivo del Perú. Quien hace sentir a los jóvenes que él los valora y los acompaña en su trayectoria literaria como amigo
Y ellos sienten orgullo de alternar con un escritor famoso, reconocido a nivel internacional.
Y cuyas lecturas de sus libros lo hicieron siendo adolescentes, casi niños, y que ahora son fervorosos de su persona y de sus obras.
Él viaja a todo certamen al cual se lo invita desde provincias. En todo evento regional de literatura está presente.
Y allí lo esperan sus amigos expectantes y orgullosos. Sus “manchas” de admiradores que lo festejan entusiasmados hasta las lágrimas.
Estos artistas y escritores es fácil imaginar lo que sienten al estar con él:
Sienten que alcanzan a llegar a una meta, al final de un camino y a coronar una cumbre, cual es sentarse a conversar nada menos que al lado de Oswaldo Reynoso.

8. Y es cierto

Y Reynoso a sus 82 años es invencible, monolítico, inagotable, para conversar, para contar anécdotas. Para ello es abierto, generoso, cordial. Sabe ser amigo. Utiliza su fama ya ganada para ayudar.
De esa manera demuestra su amor al Perú, que es ferviente y leal. Disfruta y se deja llevar. Es un tótem.
Hace poco se presentó una señorita a hacerle una entrevista y le preguntó:
– ¿Qué premios ha ganado?
– Ninguno. –Le dijo.
– ¿Cómo?
– Ninguno. ¿Por qué cree que el escritor escribe para ganar premios?
– ¿Ninguno?
– Yo jamás me presento a un concurso.
Y es cierto. Y absurdo. Es como si alguien que albergara una fe necesitara un premio.

9. Expurgando en una realidad

Oswaldo Reynoso nació en Arequipa el 10 de abril del año 1931. Estudió en esa ciudad en los colegios de los Hermanos Cristianos y de San Francisco.
Inició estudios de Letras en la Universidad de San Agustín pero a la muerte de su padre se trasladó a Lima para cursar la carrera magisterial en la Universidad Nacional de Educación, La Cantuta, donde se desempeñó después como profesor de Literatura.
Con su obra Los inocentes es iniciador de la literatura de tema urbano con personajes adolescentes en donde el lenguaje que expresan incorpora a la literatura la jerga juvenil limeña.
En su obra En octubre no hay milagros su universo se expande para abarcar la sociedad criolla y sus diversos estamentos sociales, expurgando en una realidad social confusa, hiriente y fragmentada.
Ha tenido la experiencia de 12 años de residencia en China. Otras obras suyas son: El escarabajo y el hombre, En busca de Aladino y Los eunucos inmortales.

10. Un volcán coronado

Al borde de la muerte y en la víspera de una delicadísima operación quirúrgica y estando en China le pidió a su amigo Juan Morillo que si ocurría lo peor incineraran su cuerpo y él trajera sus cenizas a nuestro país. Conturbado Juan asintió prometiéndole que cumpliría su deseo.
– Pero hay algo más. –Le dijo–. Quiero que mis cenizas la esparzas en el cráter del Misti.
Ante la sorpresa de Juan, quien se devanaba en cómo cumplir ese deseo, agregó:
– Sí Juan, en el mismo cráter del Misti, para ver si así erupciona.
Extrayendo lo que en este diálogo hubiera de jocundia y dándole el significado que aquel tenso momento propicia, ello nos revela la personalidad ígnea y convulsa de Oswaldo.
Él ahora vive con la dignidad de un volcán coronado de una nieve blanca e impoluta en su frente