domingo, 28 de abril de 2013

Las (h)adas poéticas de Bethoven Medina (Fragmento) / Dr. Gonzalo Espino Relucé



Ulises y Taykanamo en altamar 
Bethoven Medina
Fondo Editorial UPAGU. Cajamarca. Perú. 91 pág. 201

POESÍA. Esta nueva entrega de Bethoven Medina Sánchez resulta un poemario atrevido y por momentos irreverente.  La aventura poética a la que nos invita es casi impensable: la apropiación del mito de Odiseo para traerlo a estos mares del mundo  y  darnos una universalidad merecida. Este último, resulta una atrevida aventura, un desafío. La voz poética apela a una historia que hizo leyenda y fue inscrita en la letra con el nombre del aeda Homero. El poeta imagina a Ulises por los lares del mundo moche, como viajero que llega a estas tierras y por momentos dialoga con el héroe local: Taykanamo.  Si el poeta hace el elogio al mar y a su héroes (Ulises, Taykanamo), este es un homenaje al hombre sencillo de los mares. Pero para hacerlo, asume que su voz tiene que transformarse, y posesionar de tres tonos que le permitan la interlocución entre los héroes y la voz del yo poético. Este último se instala como una suerte de locutor que media entre la historia de la travesía de Odiseo y la que secunda el hombre que vino por los mares a Huanchaco. Estas voces hacen un concierto polífono.  La voz de Taykanamo es evidente, declarativa, aunque renovada y hasta asombrada de su propia travesía: Aparecí sobre las olas (20), más adelante:

Ahora, superados los siglos,
Yo, Taykanamo simbolizado por el hombre común 
                                 sobrevivo en la estirpe de pescadores
y, majestuoso,
navego al mar 
en mi brioso caballito de totora. (21)

El poemario se divide en cinco secciones “Ulises y Taykanamo en altamar”; “Frente al mar”, “A la mar”; “Entusiasmados en el navío” y “Descubrir el cielo en el mar”, las mismas que develan la travesía de Ulises y que al mismo tiempo se disputa con el canto homérico, al recrear la travesía de Odiseo y como parte de esa disputa está el mito de Taykanamo que por momento aparece con nitidez y deja de ser una voz que acompaña al Ulises. El poeta, asume que no todos conocen la historia del norte, esto explica el pórtico como un paratexto. El primero explica la cultura chimú y al héroe Takaynamo: Vino del mar y habita entre nosotros. Estos poemas obedecen a su valoración en el tiempo; la segunda es la cantata para ambos: El hombre, desde el origen / consideró al mar fuente de vida (16), para al finalizar expresar: Ulises o Taykanamo, con cualquier apellido, / es hombre común y actual // Esta cantata es para ellos, / para los hombres con pies en tierra/ y que vencen en altamar (16).  A esto debe agregarse que la estructura del libro está precedida por epígrafes que hacen alusión al mar, al héroe, las estrellas y la vida misma, van en notas de Fraz Grillparzer, Thomas Eliot, Salvatore Quasimodo, Willian Wordsworh,  Willian Shakespeare y Víctor Hugo. A lo que debemos agregar la predilección del poeta por los clásicos, en este caso, por remedar sus títulos en latín.

Ulises y Taykanamo en altamar afirma con magia extraordinaria su legado poético. Todo el poemario está hecho de ritmo y la palabra es una cantata. La musicalidad de sus versos, manejo libre de distintas formas versales y sentidos de contemporaneidad. Si el poeta recorre instancias homéricas (invocación a los dioses): Con otro alfabeto vengo  desde lejos/ Existencial es mi son. // Insto a cantar nuevas albas, / a optar por el ascenso.(24); más tarde se traduce en incursiones cotidianas como ¿Veis a la cabrilla arrodillada/ y al lenguado asustado?(62), cuya realización formal entrecruza la historia conocida y un conceptismo  inevitable, de tono existencial: El hombre / es tronco viviente/ ante la tormenta (76) hasta el elogio terrenal y divino, de la belleza y la vida, en nombre de la heroína identificada (Penélope) y la otra, la del mito (La princesa Chimú). Un libro, como dije atrevido, anclado en el mito clásico, de los himnos homérico, al mito modesto, local, que se universaliza en virtud de la poesía, de la travesía del mar, que al final, como dice la voz del poeta, es el canto al hombre sencillo y pone a la poesía de Bethoven Medina entre más representativa del Perú.

Acerca del autor

Bethoven Medina Sánchez nació en Trujillo en 1960. Ha publicado los poemarios Necesario silencio para que las hojas conversen (1980,1982, 2002), Quebradas las alas (1983), Volumen de vida (1992), Expediente para nuevo juicio (1998), Y Antes Niegue sus Luces el Sol (2003), Antología Esencial (2005), Cerrito del Amanecer (2007) y Ulises y Taykanamo en altamar (Fondo Editorial UPAGU, 2012). Además, ha editado las antologías Labios Abiertos (1979) y Belleza de la Rebeldía (1982).

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